Y no es poca cosa puesto que ha dejado la vida recorriendo la ciudad, trabajando en el acarreo de tiliches que luego se venden al comprador por kilo.
Para este caballo y otros cincuenta y seis más que vemos por las calles de la frontera, y otro buen número de burros y mulas “andan días iguales persiguiéndose” tan iguales que en una de esas y ya envejecidos, era común saber del rastro como el punto final de su existencia.
Si el de la foto y los demás animales de carga supieran que la historia del rastro ha quedado atrás, soportarían con gusto los días de esclavitud de trabajo forzado que les queden.
Sucedió que merced a una Reforma al Reglamento para la Protección y Control de Animales Domésticos del Municipio de Juárez, les llegó el tiempo de la jubilación, traducido a hechos, esta reforma significa que a partir del 3 de junio está prohibido que sean utilizados como animales de carga .
Lo que sigue es que pasen sus últimos años en un santuario de animales, en asociaciones civiles que trabajen con equinoterapia o en el rancho de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez.